lunes, 25 de febrero de 2013

Privilegios e independencia

ALICIA RUIZ, JUEZA DEL SUPERIOR TRIBUNAL DE LA CABA
“Hay un discurso que habla de la independencia de los jueces respecto del poder político: esa es la primera falacia, porque nosotros somos un poder político. El papel del Derecho no es el de reproducir lo que está dado, no se agota en una decisión, es coral. Tendríamos que asumir ese lugar político que nos toca”, reflexiona Alicia Ruiz, jueza del Superior Tribunal de la Ciudad de Buenos Aires. “El Poder Judicial –explica– ejerce un poder efectivo en cada decisión que se toma: ahí resignifica las reglas y el discurso, construye realidad, y puede –por ejemplo– instalar una idea sobre la distribución del poder o de una mejor distribución de todos los bienes en la sociedad. Todos los reclamos de mayores derechos pasan porque el Derecho como sistema de reglas los reconozca. También es una decisión política y moral aceptar ciertas prebendas.”

–¿A qué se refiere con “prebendas”?
–El ejemplo paradigmático es el de los viajes de Certal (la entidad vinculada con el grupo Clarín que invitó a jueces de la Cámara Civil y Comercial a una cumbre en Miami). Los jueces pertenecen o se relacionan con ciertas asociaciones que invitan a viajes, que ofrecen cursos de entrenamiento de todo tipo de cosas.

–¿Eso es moneda corriente?
–Es más frecuente de lo que parece. Contado así puede parecer fantástico, parece una manera de formarse. Pero es con un modo de actuar que sirve a intereses hegemónicos. Como dice Foucault, el poder es más importante cuando seduce que cuando castiga. Debería ser una preocupación de las estructuras mismas del Poder Judicial prestar atención a qué intereses o grupos están sosteniendo estas asociaciones variadas que los invitan a congresos. Es algo similar a lo que sucede con los médicos y los laboratorios. El Poder Judicial tiene que ser independiente de otros poderes, pero también de los grupos hegemónicos (económicos y mediáticos, organizaciones religiosas) que atraviesan la sociedad y al propio Poder Judicial con su capacidad de dominio. Van cooptando y generando una malla, los que nos salimos de ella decimos que no nos representan. Democratizar implica acabar con todo tipo de privilegios.

–¿La exención del pago de Impuesto a las Ganancias, por ejemplo?
–Claro. Siempre dije que los jueces tenemos que pagarlo, es inadmisible que no lo paguemos y no entiendo qué tiene que ver con la intangibilidad. Si el trabajo deber ser gravado o no con un impuesto, es una discusión aparte. En un sistema de derecho en el cual el impuesto al trabajo existe, y grava con alícuotas altas a los que más ganan, no es tolerable que los jueces no tributen, somos ciudadanos igual que otros. Tributar no afecta el salario. Si no, por ejemplo, ante cualquier situación inflacionaria que deprecie el salario los jueces reclamarían que les conserven el salario real. Es un privilegio inaceptable.

–¿De qué otros privilegios goza el Poder Judicial?
–Hay algunos menos visibles. La gente que ingresa al Poder Judicial siente que más que ingresar a un poder del Estado que brinda un servicio, ingresa a una élite, lo cual es bastante incompatible con un sistema democrático que funcione bien. Yo estoy convencida de que la gente del Poder Judicial se cree esto de la majestad de la Justicia, que la credencial de juez te habilita a pedir lo que no podrías como ciudadano común. Genera una cultura de mirar hacia adentro y preservar lo que se tiene. Como si estuvieran “los otros” y los que tenemos que decidir sobre la vida de “los otros”.

–¿Cómo se sale de ese modelo?
–Una cuestión clave es cómo se forma en las escuelas de Derecho: una cosa es enseñar que el Derecho es un conjunto de normas y otra cosas es decir que el Derecho es un discurso que da sentido y tiene que ver con las relaciones de poder en una sociedad. Puede querer preservar el estado de situación, pero reconoce subjetividades, identidades, voces. Los jueces somos un poder político y tenemos que saber esto. El Poder Judicial sigue teniendo estructura autoritaria y vertical, pero hay que generar espacios de discusión. Y democratizar implica también ir borrando marcas de la dictadura, todavía queda incluso mucha gente nombrada en esa época. Esto no es menor siendo que el Poder Judicial define el sentido de las reglas del Derecho. Tiene que tener un compromiso indiscutible con los derechos humanos, además de abrir el ingreso y no admitir ninguna forma de discriminación

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