Por Irina Hauser
No
era una fiesta, pero por momentos parecía serlo. Había algo en el aire,
en el bullicio, en la forma de saludarse y esperar, cierto clima de
estudiantina y entusiasmo colectivo. El auditorio de la Biblioteca
Nacional empezó a saturarse de jueces, fiscales, defensores, académicos,
empleados, estudiantes y curiosos con un visible ánimo asambleario. Se
llenaron el hall, el café, la explanada. El espíritu del evento quedó
reflejado en el lema de una “justicia legítima” y condensado en el
discurso inaugural de la procuradora general Alejandra Gils Carbó, quien
marcó contrapuntos con la exposición del día anterior del presidente de
la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti, y llamó a crear “un nuevo
paradigma” para el sistema judicial “con magistrados que no estén
mirando de reojo a qué sector del poder concentrado pueden beneficiar,
que rindan cuentas a la comunidad, donde no haya feudos ni padrinazgos
ni familia judicial y donde el acceso a la Justicia de los sectores
débiles y marginados sea una realidad”.
Lo que siguió, toda la tarde,
fue una catarata de pequeñas alocuciones algo caóticas, de participantes
variopintos que lanzaban ideas y propuestas para democratizar y romper
el carácter corporativo del Poder Judicial, que al final del día
difundieron un documento que dice que llegó la hora de “mirar hacia
adentro” y promete una “autocrítica” (ver aparte). “No son los números
de la Policía Federal, pero estamos llegando a mil personas”, bromeó
desde el escenario el fiscal Félix Crous, ante una masa inesperada de
gente. “Justicia legítima” identifica a funcionarios y empleados de
tribunales que publicaron dos solicitadas para decir que no se veían
representados en las denuncias de presiones políticas formuladas en un
comunicado de la Comisión de Independencia Judicial de la Corte, la
Asociación de Magistrados y entidades amigas, en medio del trámite de la
causa sobre la ley de medios. Advertían ya entonces que la
independencia judicial es mucho más vasta y debería ejercerse respecto
de todos los poderes y corporaciones, incluso la mediática, la
económica, la eclesiástica y la judicial misma.
“Justicia legítima” se presentó desde sus inicios como la antítesis de la Justicia corporativa, verticalista y cerrada. “De lo que aquí se trata es de identificar esa matriz del Poder Judicial burocrática y autoritaria, alimentada durante décadas, que hoy subsiste”, sostuvo Gils Carbó. Una de las primeras frases que dedicó a Lorenzetti fue: “Para promover la democratización se requiere más debate que consensos, más discusión que unidad corporativa”. En un raconto de historia judicial atravesado por “una ficción de Justicia independiente”, Gils Carbó pasó por la Corte de 1930, que convalidó los golpes de Estado, por la Justicia dictatorial como “punto más alto de apartamiento de valores democráticos”, las reformas de la recuperación democrática y hasta el papel de los tribunales en los noventa, con las privatizaciones y los procesos de concentración económica.
La mención de la Procuración a la destrucción del sistema jubilatorio con las AFJP no pareció casual. Lorenzetti dijo conmoverse por los jubilados y suele responsabilizar al Gobierno. “¿Dónde estaba la administración de justicia cuando ocurrían estas inequidades? ¿Alguna asociación de magistrados reclamó independencia judicial? ¿Dónde estaba el furor por las cautelares que conocemos hoy?”, disparó. Para diferenciarse –otra vez– del supremo que enumeró fallos de los últimos años de la Corte, ella dijo que no alcanza con repasar “jurisprudencia” ni con “buenos fallos mientras se mira al costado del aparato instalado para detener su cumplimiento”, cuestionó
Las palabras de Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, causaron conmoción. Relató su acercamiento a la Justicia, en busca de su hija y su nieto, a jueces a los que no les conocía la cara y que llegaron a mandar decirle que “terminaría en una zanja”.
La frase “es un momento histórico” fue el hit de la tarde. Luego se mezclaron cientos de ideas: que los jueces deben asumir su papel político y que toman partido, como dijo el juez de Casación bonaerense Daniel Carral. Los concursos públicos, el juicio por jurados, la reforma procesal, el impuesto a las Ganancias. La necesidad de ver qué y cómo se enseña en la facultad, que sienta las bases del modelo de justicia, dijo la jueza de la Corte porteña Alicia Ruiz. El abogado Beinusz Szmukler retomó la idea de que los jueces no tengan cargos. El interrogante sobre cómo cambiar una estructura totalitaria heredada de la última dictadura y la ausencia de “administración de justicia para los sectores vulnerables” fueron muy mencionados. El único contrapunto de la jornada fue a raíz de la intervención del titular de los Judiciales, Julio Piumato, quien fue cuestionado por algunos de los presentes.
La defensora general, Stella Maris Martínez, quien estuvo como Gils Carbó empujando la realización del encuentro, dijo: “Hoy la Justicia argentina es como la Iglesia Católica antes del Concilio Vaticano II, que daba misa de espaldas al público”. “Sentimos malestar en la conciencia”, confesó. Y criticó a Lorenzetti por mantenerse “en la superficie de los problemas”. Las palabras de Gils Carbó se caracterizaron por poner en crisis manejos que el sistema judicial naturaliza como “las asimetrías del mercado que se trasladan al pleito”. Y alertó: “La matriz corporativa reacciona de manera exuberante cada vez que se pone en riesgo el régimen establecido”.
Hoy seguirá el encuentro con cuatro talleres de los que se espera que surjan propuestas y tal vez se sienten las bases de alguna nueva modalidad de organización o asociación civil que pueda canalizarlas.
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