jueves, 7 de marzo de 2013

Cambiar la cultura judicial




Por Angel Bruno ** Abogado, ex vicepresidente primero de la Federación Argentina de Colegios de Abogados (FACA), del Colegio Público de Abogados de la Capital; vicepresidente del Frente Grande de la Capital Federal.

El movimiento por una Justicia Legítima, surgido del documento de fines del año pasado que cuestionó las opiniones y la representatividad de las tradicionales agrupaciones de jueces, acaba de consolidarse con las jornadas realizadas el 26 y el 27 de febrero últimos en la Biblioteca Nacional. Y con los proyectos anunciados por la Presidenta de la Nación.
Era un paso esperado, pues el tema de la Justicia hace mucho que se viene debatiendo, aunque sin la exposición pública del último tiempo. Y se ha dado un paso en la buena dirección. Por lo pronto es importante destacar que del movimiento participan no sólo jueces, fiscales y demás funcionarios del Poder Judicial, sino también abogados y otros sectores de la sociedad. Esto es central, porque la discusión que se está dando no es de orden técnico o sectorial, sino eminentemente política. Se trata de modificar la concepción de la Justicia, haciéndola más democrática y enfocada al bien común.
Este objetivo es imperioso ante la cerrazón de la llamada “corporación judicial”, que piensa la Justicia como un reducto propio, casi aristocrático, identificando la independencia judicial con la falta de control de su actuación y de opiniones sobre sus resoluciones. Donde hay pactos de amigos y amiguismo con el poder económico. Y donde se esgrimen argumentos vacíos de contenido para mantener prebendas injustificadas como el no pago del Impuesto a las Ganancias.
La Justicia no puede seguir siendo entendida como algo ajeno y distante de la sociedad, a la que debe servir. Está, por definición, para dar a cada uno lo suyo. Y lo suyo de cada uno no puede ser objeto de un frío análisis legal, que no tenga en cuenta la desigualdad de las partes a la hora de juzgar ni los contextos ni la definición de Aristóteles sobre la equidad, a la que considera una “dichosa rectificación de la justicia rigurosamente legal”. Por eso se hace indispensable discutir cambios en los mecanismos tradicionales de administrar justicia, así como también en los criterios para definir el perfil del juez.
Habrá que discutir también los mecanismos de acceso a la Justicia para todos, especialmente para los sectores más vulnerables. El primer paso será la divulgación masiva de los derechos más comunes y cotidianos, y el segundo la descentralización física de los juzgados, para que la distancia no sea un impedimento para los reclamos. En esa línea, será muy útil la creación de la Justicia vecinal, manda constitucional aún incumplida en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Y fortalecer los mecanismos participativos de solución de conflictos, como la mediación. Por otra parte, el principio constitucional de igualdad ante la ley implica, ciertamente, facilitar la igualdad en los procedimientos, y en ese sentido será necesario garantizar de manera ágil el acceso sin pago alguno a las actuaciones judiciales de los sectores de escasos recursos económicos, y establecer para ellos asesorías jurídicas gratuitas en los lugares que les son cercanos.
El proyecto de reforma al Consejo de la Magistratura anunciado por la Presidenta al inicio del año legislativo es positivo porque apunta a la democratización. Que la sociedad en su conjunto se involucre en la elección de quienes tendrán que elegir y destituir a los jueces es coherente con la idea de que el Poder Judicial no es cosa de pocos sino de todos. También apuntan a la democratización los anuncios tendientes a transparentar la actividad judicial. Comenzando por la publicidad de las declaraciones juradas patrimoniales de quienes la ejercen, algo que hoy no está vigente, contraviniendo lo mandado por la Convención Interamericana contra la corrupción, firmada y ratificada por nuestro país.
La Justicia Legítima no se logrará de un día para otro. Será menester cambiar una verdadera cultura judicial. Y como todo cambio cultural, será luchado y difícil. Habrá que discutir mucho las muchas iniciativas presentadas y ser creativos en la búsqueda de soluciones. Pero los debates y esfuerzos organizativos han comenzado. La gran esperanza está en marcha.

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