sábado, 23 de marzo de 2013

Democrática y legítima


OPINION Por Carlos Gonella *


En la audiencia celebrada ayer en el juicio donde se investigan las violaciones a los derechos humanos durante el terrorismo de Estado en el campo de concentración La Perla, de Córdoba, la testigo Nidia Teresita Piazza, a través de un testimonio francamente desgarrador, hizo referencias a ciertas actitudes de algunos magistrados y funcionarios judiciales –no en tiempos de la dictadura cívico militar, sino en los años posteriores– que nos llevan a reflexionar a quienes ocupamos un lugar dentro del sistema judicial. 

El panorama actual en este ámbito se encuentra atravesado por un intenso debate sobre diversos temas que permanecieron encorsetados durante muchos años, siendo uno de ellos la necesidad de democratizarlo y legitimarlo. En este sentido, se ha generado una línea de discusión centrada en la existencia de muchos funcionarios que ingresaron durante la dictadura y se reciclaron en democracia. El problema no es la categoría en sí misma “judicial que ingresó durante la dictadura”, pues tal aseveración sería injusta para algunos, sino las actitudes que adoptaron otros durante y tras el régimen dictatorial. 

A través del colectivo “Justicia legítima”, muchos compañeros y compañeras judiciales intentamos vehiculizar la discusión de diferentes modos. Este espacio es uno de ellos. Por eso se me ocurrió recordar algunas líneas extraídas del terrible relato de Nidia Teresita Piazza para que continuemos la reflexión. Ella contó que en 1983, una vez que fue anulada la sentencia a 20 años de prisión que le impuso un consejo de guerra por asociación ilícita, tenencia de arma, encubrimiento y abandono de persona, fue puesta a disposición de la Justicia federal, en la que estuvo imputada en prisión preventiva hasta mayo de 1984, siendo absuelta en 1987. Fue muchas veces a declarar. El juez era Gustavo Becerra Ferrer y los secretarios, Luis Rueda y Raúl Sánchez Freytes. Ante Rueda declaró varias veces, siempre sin abogado defensor. Una vez le contó que en el Hospital Militar 141 se acercó Luciano Benjamín Menéndez y le dijo que se portara bien porque si no la iban a llevar de nuevo a los campos de concentración. La respuesta que recibió de Rueda fue: “Señora, eso complica las cosas”. En el año 1996 comenzó a trabajar sobre la problemática de los derechos humanos junto a los entonces legisladores de Córdoba Josefina Piana y Atilio Tazioli. A ellos les relató esos episodios en la Justicia. También contó que por esos días, en un programa de televisión conducido por el periodista Carlos Sagristani (actual jefe de Noticias de LV3), Rueda recordó que ella había sido juzgada por abandonar a su marido. Tomó eso como una represalia mediática por lo que les contó a los legisladores.

El Gringo Córdoba, esposo de Nidia Teresita Piazza, llegó agonizando al hogar el 10 de abril de 1977 con una herida de bala en la espalda. Le pidió que no buscara ningún médico ni lo llevara a un hospital porque seguro lo irían a secuestrar. Lo enterraron en el patio de la casa de un amigo. Con mucha emoción, pero sin quebrarse, explicó que tomó esa decisión para que no muriera en manos de sus asesinos. Que quería que pasara sus últimos minutos abrazado a ella y rodeado de amor. A la semana, mientras iba a hacerse un chequeo por su embarazo de tres meses, fue secuestrada por una patota que la llevó a La Perla, donde la torturaron, incluso en el vientre. De allí pasó a otro campo de concentración conocido como La Ribera; luego pasó a la cárcel. En octubre tuvo su tercera hija en la maternidad provincial esposada a la cama.

Luis Roberto Rueda es el actual presidente de la Cámara Federal de Apelaciones de Córdoba. No es la primera vez que un testigo en los juicios de derechos humanos lo menciona como parte del sistema judicial oprobioso. La semana pasada, el otro fiscal federal que actúa en el juicio de La Perla, Facundo Trotta, solicitó se investigue tanto a Rueda como al ex juez Gustavo Becerra Ferrer (ya jubilado) a raíz de los dichos de la testigo María Patricia Astelarra, quien indicó que esos funcionarios amenazaban a los testigos-víctimas y que actuaban en connivencia con la “patota” de Luciano Benjamín Menéndez, en referencia al ex jefe del Tercer Cuerpo del Ejército, que es uno de los imputados del juicio. Durante el juicio celebrado en el 2010 por la masacre alevosa de los presos políticos del Establecimiento Penitenciario N° 1 de Cordoba (UP1), Carlos Alfredo Yanicelli, uno de los acusados perteneciente al Departamento de Informaciones D-2 de la policía de Córdoba, involucró a Rueda al ubicarlo dentro del aparato de inteligencia de la dictadura. Por esos mecanismos de autoprotección que mantiene el sistema, la acusación quedó en la nada.

* Fiscal a cargo de la Procuraduría de Criminalidad Económica y Lavado de Activos de la Procuración General de la Nación. Coadyuvante en causas por violaciones a los DD.HH. durante la dictadura cívico-militar en Córdoba.

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